Pajarona

lunes, 18 de octubre de 2010

¿Hagamos sándwich?

Llegó septiembre y la rutina se nos hizo una broma pesada. Mirando la hora y hacia fuera por la ventana, queremos salir del trabajo y comer asado. Nadie presta atención a sus deberes, el país pierde dinero por el poco rendimiento en las producciones en estas fechas. Nadie quiere pensar otra cosa. Llegue a mi ciudad y observé. Con una reacción mecánica que asusta, las personas de mi barrio empezaron a saludarse y cocinar parrilladas fuera de sus casas. La vieja peleadora repartía chicha, y mi mamá que no dejaba que me juntara con los Castillo, estaba bien metida en el jardín mostrándole las plantas a la señora Nolfa. Los cabros chicos pesados pasaban corriendo y si le dabas un ala de pollo se ponían contentos. Y con todo este éxtasis patriótico no me siento identificada aún, porque cuando vuelvo por esos lados fuera de la fecha, ya no me recuerdan.

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