Pajarona

domingo, 8 de noviembre de 2009

Joystick en buenas manos

Hace un mes, el Luis, un querido y ermitaño amigo, llegó a mi casa con su Nintendo Wii. Ateniéndose a las consecuencias de su acto, me facilitó el player más manejable y sencillo para simular una carrera de autos en Mario Kart, el más amigable de los desafíos de plataforma. Jactándose de sus habilidades innatas, más una técnica avanzada resultado de la práctica de toda una vida, dejó que lo adelantara para él después hacerlo y sentir que había algo de competencia en el asunto. Cuando empecé a bostezar por mi ínfimo progreso e identificación involuntaria de todas las etapas, mi amigo huyó despavorido olvidando su kit de primeros auxilios para el aburrimiento, el cual incluía consola, proyector y un montón de CDs con juegos bajados de Internet. Un festín para cualquiera, menos para mí y mi círculo social femenino.
Debe ser por la visión de mi infancia esperando el último turno para poder jugar, porque era mujer y era mala. Bastaba ver el joystick en mi mano para que me lo arrebataran como si fuese una falta de respeto. Así me fui estancando en mi habilidad de gamer y desarrollando la de observar a esos animalitos controlados por el “Super Soccer”.
Mi tía pasaba la aspiradora con tranquilidad y la monótona melodía electrónica que acompañaba al juego era música para sus oídos, porque sus hijos se mantenían contenidos dentro de una habitación sin destrozar las piezas aledañas. La bola de grasa llamada Sebastián lideraba el comando y me dictaba sus propias reglas: “con una condición” y “¿te la paso?”.
En mi tiempo de jugar a solas me empeñé en sobreponerme a la adversidad y aprendí algunas pillerías gentileza de mi prima chica, que se manejaba en el tema pero sin obsesionarse ni querer competir como los hombres. Esos eran los momentos que más disfrutaba, cuando extrayendo la verdadera esencia de la consola de juego, aprendía rápido y esperaba mi turno tranquila, inconcientemente satisfecha por utilizar una actividad tan estigmatizada por los niños, al estilo de las niñas.

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