Cuando lo escucho te imagino en un lugar que talvez no exista de la manera que en mi mente sí. El cuarto a oscuras. El brillo que desprende el computador toma el rol de alumbrar, al igual que la luz filtrada por entre la puerta a medio abrir.
Estoy muy cómoda acostada en tu cama que va pegada a la pared, tranquila, apoyada en cojines de cuero, maravilla tras maravilla es la música que nace de los parlantes del equipo. Me confunde y me hace creer que esa belleza forma parte de ti. Tu eres la propia música y me cantas.
Te conviertes en el sonido y los recuerdos. Eres todo lo que liberan las ferormonas. Eres un chocolate, un clima tibio. La brisa que espero cuando no quiero sudar. La perfección y el equilibrio. El miedo , el escalofrío. La sangre que hasta mis
mejillas llega y las colorea. Me quema el cuello. El miedo otra vez, la sensación de inferioridad, la mentira. Y al mismo tiempo alguien tan normal y humano como yo. Solo dos tipos que escuchan música. Estás sentado en un escritorio absorto por la
tecnología mientras yo te observo como un milagro biológico, individuo minterioso, y luego tan normal, promedio, mundano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario